"Dadme una sábana y dos espejos y haré desaparecer lo que me pidáis", dijo el mago; y es que eso de lograr que se esfumen objetos de tocador, plumas estilográficas, estatuas ecuestres, relojes de pulsera, señores con corbata, palomas, rascacielos o escarabajos peloteros, que a los profanos nos parece el no va más del ilusionismo, es por lo visto una asignatura de primero de magia. Lo complicado es conseguir que ante los ojos del atento público se materialicen, como surgiendo de la nada, cachivaches o bicharracos de la más dispar naturaleza. Pero lo difícil, difícil de verdad, lo que diferencia a los aprendices de los maestros, a los aspirantes de los iniciados, es el arte de la transformación
Ayer, en nuestro colegio, los alumnos de primero y segundo participaron en un espectáculo de magia de la buena; de magia de esa que no necesita confundir engañando a los sentidos; y presenciaron atónitos cómo una y otra vez, delante de sus naricillas las ideas, sus ideas, se transformaban en palabras; las palabras en historias, y las historias en imágenes.Y es que sin capa ni chistera; pero con una sonrisa mayúscula y una varita con forma de rotulador permanente, Lucía Serrano visitó ayer La Biblioteca de Amelia.
¡Gracias Lucía!
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